LA PRIMERA PALABRA
Te debo esa palabra :
posibilitadora.
posibilitadora.
El niño que uno es siempre
necesita la concha
de tus manos, el techo
de tu bondad redonda.
necesita la concha
de tus manos, el techo
de tu bondad redonda.
El que sepa valerse
por sí mismo, que rompa
a andar según le guíe
su gana poderosa.
por sí mismo, que rompa
a andar según le guíe
su gana poderosa.
Pero quien esto escribe
gracias a la amorosa
soledad en que erguiste
por mí, silencio y sombra;
quien toda esta paz íntima
-imprescindible alfombra
donde posar de lleno
la palabra y la obra-
recibió de tu cuido
de ave-madre afanosa,
de tu redor de mimo,
de tu celo y tu colcha;
quien se encuentra en la mano
la pluma abierta y pronta,
gracias a la amorosa
soledad en que erguiste
por mí, silencio y sombra;
quien toda esta paz íntima
-imprescindible alfombra
donde posar de lleno
la palabra y la obra-
recibió de tu cuido
de ave-madre afanosa,
de tu redor de mimo,
de tu celo y tu colcha;
quien se encuentra en la mano
la pluma abierta y pronta,
la página delante,
la luz detrás felposa,
y gracias a las tuyas
liberadas sus horas;
quien, como yo, te debe
la ocasión creadora,
el cerco de lo bello,
la caza de la forma,
no paga aunque te entregue
las briznillas de gloria
que vendrán, si es que vienen,
cuando Dios lo disponga.
la luz detrás felposa,
y gracias a las tuyas
liberadas sus horas;
quien, como yo, te debe
la ocasión creadora,
el cerco de lo bello,
la caza de la forma,
no paga aunque te entregue
las briznillas de gloria
que vendrán, si es que vienen,
cuando Dios lo disponga.
Lo menos que hacer puede
es buscar la más honda
palabra, las más fuerte,
más exacta y hermosa
que, si no pague, al menos
la deuda reconozca.
es buscar la más honda
palabra, las más fuerte,
más exacta y hermosa
que, si no pague, al menos
la deuda reconozca.
Y afinándose el labio
por darla más sonora,
signando y santiguando
la intención y la boca,
por darla más sonora,
signando y santiguando
la intención y la boca,
llamarte simplemente
posibilitadora.(José Luis Tejada: El Cadáver del alba)
Sus hijos, José Luis, Pablo y Jesús, me cuentan que a ella le encanta que José Luis la llame así.
Esta es la vista que hay desde la puerta de la casa en la que vivió en esta ciudad