miércoles, 11 de abril de 2018

La vida no es tan bella

   Anuncié sacar a esta ventana algunos de los poemas de Igual que lava oscura hace ya cuatro meses. Y ahí seguía el anuncio, petrificado como tal. Me animo ahora y asomo uno de los poemas de la primera parte.

LA VIDA NO ES TAN BELLA
                    

La vida no es tan bella
como nos auguraban los sueños de la infancia.
No es tan bella la vida, tan remota.
Pasa el tiempo y nos vemos,
como al volver la esquina de los días,
en la edad de los firmes desengaños
 -y la vida resulta que es el sueño
que no tuvimos nunca-
No era hermosa la vida ni era inmensa.
La vida es esta sed,
el runrún de las horas, los latidos,
la tinta y el silencio,
la memoria culpable y, sin embargo,
esquiva y azarosa,
una casa sin techo.

En medio de las sombras y del frío,
la vida no era incendio.
No es el fuego la vida y aún nos basta
                su calor de rescoldo algunas tardes. 


Dennis Mogelgaard



sábado, 7 de abril de 2018

A Rafael GuIllén

Salió en Campo de Agramante con dos erratas debidas a mí, que no a la imprenta. Aquí está el texto ya sin erratas:



   JURADO MORALES, José (ed.), Naturaleza de lo invisible. La poesía de Rafael Guillén, Colección Biblioteca Filológica Hispana 181, Madrid: Visor, 2016. 365 pp.


Ante la escasa mención del poeta Rafael Guillén en la mayoría de los manuales de Literatura Española, no puedo dejar de pensar en cierta agudeza atribuida a Borges: “todas las Historias de la Literatura empiezan bien y terminan mal, porque las primeras páginas las ha compilado el tiempo y las últimas el Sr. Menéndez Pelayo”. Sustituyamos en este aserto a Menéndez Pelayo por “el reduccionismo mediático” y tendremos una imagen aproximada de por qué Rafael Guillén (Granada, 1933), poeta de la llamada generación del 50 por edad, no aparece en negrita ni en las primeras líneas de los manuales de Literatura Española cuando se aborda la obra de sus contemporáneos, pese a la calidad de su obra, a haber dinamizado la vida literaria de Granada desde 1953, a fundar y codirigir la colección de poesía “La Veleta del Sur” de 1957 hasta 1966 y pese a tener en su haber importantes reconocimientos. Y es que Rafael Guillén nació y empezó a escribir poesía antes de que internet y la descentralización de la industria editorial dejara de hacer imprescindible la presencia de los escritores en los cenáculos de Madrid y Barcelona.Ciertamente la fuerza de los de Barcelona y su revista Laye, irradiando los entonces novedosos postulados poéticos de los poetas-críticos del Modernismo anglosajón (T. S. Eliot a la cabeza) ha sido definitiva; sólo la llamada Escuela de Madrid, constituida por los poetas que se movieron en los círculos de la capital, ha podido resistir en los manuales compartiendo membrete generacional con los primeros. Ya advierte Álvaro Salvador en el capítulo que firma en este libro que críticos e historiadores de la literatura identifican “en exceso” Generación del 50 y Escuela de Barcelona (p. 231).
 Es significativo también en este sentido que la primera vez que los poemas de Guillén comparten las páginas de una revista con los nombres más reconocidos de su generación (Goytisolo, Gil de Biedma…) es en la sevillana Trinchera (Frente de poesía libre), en noviembre de 1962, en un número dedicado a Rafael Alberti. Igualmente significativo es el hecho de que el estudioso y antólogo que ha prestado una atención más temprana a la poesía de Rafael Guillén ha sido precisamente otro andaluz: el algecireño José Luis Cano. Elocuente es también que, de las seis primeras publicaciones poéticas de Rafael Guillén, cinco aparecieran impresas en Granada y una en la arcense colección Alcaraván. Todo lo cual nos habla de un poeta surgido y madurado en sus inicios exclusivamente en el marco editorial andaluz.            Por todo ello no podemos dejar de aplaudir la iniciativa del profesor Jurado Morales, de la Universidad de Cádiz, que en sus ya siete convocatorias de “Seminarios de Literatura actual”, está promoviendo la investigación y la publicación sobre autores andaluces del siglo XX. Especialmente importante es esta labor para los autores mayores, a los que han afectado más las circunstancias expuestas.Naturaleza de lo invisible. La poesía de Rafael Guillén es precisamente el fruto editorial del sexto de estos seminarios y es probablemente el monográfico más completo sobre la obra del granadino, quien contaba hasta la fecha solo con artículos y entrevistas en revistas especializadas, aparte de algunas menciones en los volúmenes o en las antologías dedicados a la poesía de los poetas de los 50 (o “de la posguerra”, donde prefiere encuadrarlo Francisco Rico).  Esta monografía se abre con unas bien trabadas palabras iniciales del propio prof. Jurado que sitúa la obra de Rafael Guillén en la poesía “de estirpe machadiana” (p. 8), en una “corriente de pensamiento según la cual la poesía aspira a captar la realidad invisible” (p. 9), junto a Bécquer y Juan Ramón, además de Antonio Machado. Esa corriente “machadiana” que indica Jurado Morales es, sin duda, la que el tempranamente desaparecido Fernando Ortiz llamó “la estirpe de Bécquer”, estirpe que transita por las nieblas de lo inefable y el misterio con naturalidad expresiva y que sigue sumando miembros entre los que yo incluiría al jerezano José Mateos como uno de los integrantes más jóvenes.
Como señala el prof. Jurado, Naturaleza de lo invisible organiza los ensayos que lo componen atendiendo al objeto de cada estudio, siguiendo un orden de lo general a lo particular. Así, después de unas palabras del propio Rafael Guillén en las que describe su sentido de “la otredad”, se suceden los primeros trabajos (los del propio Jurado Morales, Prieto de Paula, García Tejera, García Jambrina, Fanny Rubio y Ruiz Noguera) que abordan los rasgos comunes de la obra completa del poeta de Granada. A continuación vienen los estudios que se focalizan en obras o ciclos concretos de la trayectoria de Guillén. A partir del firmado por Xelo Candel, que examina el tema del tiempo en la primera obra del andaluz (1956), los capítulos siguen la línea cronológica de los libros analizados. García Mendoza aborda el sentido último del ciclo de los “Gestos” compuesto por poemas concebidos entre finales de los años 50 y la década de los 60 (El Gesto, Gesto segundo y Tercer gesto); Sánchez Dueñas examina a continuación técnicas y asuntos de El manantial, un libro que, aunque publicado en 1996, recoge homenajes a sus maestros literarios escritos desde 1956 en adelante. Los trabajos siguientes (Morales Lomas, Payeras Grau, López-Pasarín y Salvador) estudian la tetralogía formada por Límites (1971), Los estados transparentes (1993), Las edades del frío (2002) y Los dominios del cóndor (2007); serie que el prof. Morales Lomas califica de “uno de los acontecimientos más interesantes en las últimas dos décadas” por ser obras que “abordan las grandes ideas que han sostenido la cosmología y la física teórica, y sostienen el edificio del pensamiento y la ciencia modernas” (p. 159). Estos capítulos encaran la tetralogía, bien en su conjunto, como el propio Morales Lomas, o examinando alguno de sus títulos por separado.Ponen fin al volumen cuatro estudios (los que firman Peñas-Bermejo, Palomo, Rendón y Bianchi) dedicados a una obra tan reciente como Balada en tres tiempos para saxofón y frases coloquiales (2014), que no renuncia a un diálogo con la ciencia, pero lo hace desde el tema amoroso. Para Peñas-Bermejo, Rafael Guillén supera el reto de “distinguirse de las conceptualizaciones sobre el amor de siglos y milenios anteriores y, más aún, personalizar su tratamiento para que nos incite a reflexionar en los amantes”.
La atención despertada sobre sus libros más recientes nos da idea de hasta qué punto la poesía de Guillén sigue llena de interés y vitalidad trascendiendo los límites generacionales.Este volumen y el seminario que lo originó han cumplido la justa misión de provocar la reflexión sobre un poeta cuya obra ha guardado siempre una coherencia muy personal, como se han encargado de desvelar los trabajos en él incluidos, analizando constantes de su poesía como la evidencia de lo invisible (que el título del volumen recoge muy acertadamente), la “otredad” del poeta que se desdobla a sí mismo, el diálogo con la ciencia, o la recuperación del siempre difícil tema del amor correspondido.
Viendo los excelentes resultados, animamos al prof. Jurado a continuar con esta labor de estímulo al estudio y la divulgación de nuestros mejores escritores andaluces, especialmente de aquellos, como Rafael Guillén, en quienes pesó el efecto negativo que supuso crear desde la periferia.

                                                                                                              Inmaculada Moreno