Tres franjas irregulares, de un rosa delicadísimo y luminoso se extienden generosamente horizontales allí, altas en el cielo. Las miro y me parece imposible tanta levedad e intensidad juntas, el color extremo, su posición tan lejana al horizonte... y en ese mismo instante las veo matificar, oscurecer y desvanecerse hacia un morado mucho más verosímil.
Durante un segundo tengo la extraña certidumbre de que mi incredulidad las ha apagado. Siento entonces una ráfaga fugaz de convencimiento triste: la belleza sólo sabe mostrase a los ojos capaces de vivir en el sencillo asombro.
Durante un segundo tengo la extraña certidumbre de que mi incredulidad las ha apagado. Siento entonces una ráfaga fugaz de convencimiento triste: la belleza sólo sabe mostrase a los ojos capaces de vivir en el sencillo asombro.
Minjung Kim
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