miércoles, 30 de enero de 2013

En torno a la genialidad

  Para conmemorar el día de la paz, mi compañera Carmen organiza todos los años una campaña entre los alumnos. Su estrategia me encanta y yo me sumo siempre: consiste en proponerles que escriban un haiku. Realmente apropiado.  Este año me sorprendió muy gratamente el de un alumno muy discreto y, además, muy joven. Me pareció un haiku impresionante -que es, por otro lado, como debe ser un buen haiku: IMPRESIONANTE-.


      Cada mañana
   ¿dónde va pensativa
   la primavera?


   Yo, sin embargo, me permití corregirle un poco el primer verso: es más efectivo y más propio del haiku centrarse en la impresión de un momento presente y le propuse el cambio de una sola palabra: 

    Esta mañana
   ¿dónde va pensativa
   la primavera?


  Le pregunté varias veces: 
 -¿Este haiku es tuyo? 
Me respondió las mismas veces que sí. 
-¿No lo has sacado de internet? 
Y el muchacho vuelve a asegurarme que es suyo. Así que me asombro muchísimo. ¿Se había planteado ese alumno hacer una personificación de la primavera?, ¿sabía que ponía de manifiesto con un golpe rápido y efectivo la relación que existe entre "pensar" y "sentir"?, ¿era consciente el muchacho del efecto que produce la pausa versal después de la palabra "pensativa" reforzando con el breve silencio el tiempo requerido para "pensar"? Naturalmente que no -pensaba yo- y ,sin embargo, todo eso estaba allí, conseguido como se consiguen siempre estas cosas: en un golpe maravilloso de intuición, es decir, de veloz inteligencia sintiente. Pero ¿es posible ese tipo de inteligencia emotiva en alguien con tan poca experiencia literaria? "No, no es posible", me decía yo.
  Como no salía de mi asombro, puse los versos, tal y como él me los había escrito, en San Google y...  El autor es Yosa Buson, el poeta japonés del XVIII ¡Y yo me había permitido corregirlo!
  A las preguntas que me hice sobre la consciencia de esta intuición (las de arriba)antes de saber esto, seguiría respondiendo lo mismo. ¡Pero cómo podía haberme planteado semejante carambola! esa genialidad literaria no existe sin tener mucho bagaje. La intuición literaria se hace, como siempre hemos sabido, con inteligencia, con madurez emotiva y, sobre todo, con mucha experiencia lectora. No cabe otra posibilidad. 



 Gaby Steinbach

lunes, 28 de enero de 2013

La mirada de Juan Carmona


   El sábado estuvieron Juan Carmona y Ángel Mendoza en casa.  Juan venía a traerme el cuadro (no he podido subirlo a esta entrada por mi impericia como fotógrafa). Pasé un rato verdaderamente gustoso con la conversación que iba de la pintura y la literatura a los amigos y a los planes inmediatos. Juan habla -como los flamencos, dice él- del pellizco en la obra de arte: Juan es un artista.
  Dos días después, mirándolo aquí, en casa, el cuadro ya no me parece tan luminoso como cuando lo vi por primera vez y, sin embargo, tiene mucha vida, vida terruñera, calidez. Juan es un pintor oscuro pero, como yo tampoco soy especialmente colorista, emotivamente hablando, ese cuadro me llamó desde la pared en que estaba expuesto porque contagiaba un calor que necesito cerca; ya se entiende que para contrarrestar. Es que es un paisaje que abraza. No hay cielo azul y todo él es marrones -marrones a veces muy anaranjados- y verde. Una breve hilera de casas no blancas del todo (el blanco hubiera supuesto una herida estridente en la armonía de los colores)  actúa a modo de casihorizonte entre el marrón de los tejados de la parte inferior del cuadro y el verde del huerto de árboles y el bosque que se inicia en la esquina superior izquierda...  Hay algo medio cubista en esta extraña perspectiva: los tejados, marrones, abajo; la tierra, parcheada de verdes, en la parte superior del cuadro.  Y algo también voluntariamente inocente que no está en otros cuadros de Juan. La mirada del artista, contempla desde cierta altura y envuelve de calor la tierra, lo cotidiano, y los ama. ¿Será que mi pellizco viene de que me ofrece la perspectiva que yo quiero tener sobre las cosas? 
                            ********
(Dejo esta entrada sin imagen hasta ver si consigo captar la del cuadro).

jueves, 24 de enero de 2013

Bolígrafo

   Ayer compré un bolígrafo delicioso; uno que deja aparecer el trazo con fluidez fácil y precisa, veloz y armónica: un soberbio bolígrafo barato.
   No sabía yo hasta qué punto ejercen su sugestión en nosotros los objetos que manejamos, especialmente cuando son los instrumentos de nuestras pequeñas pasiones. Este bolígrafo en concreto me ha reconciliado  con mi mala caligrafía hasta tal punto que me ha traído a la cabeza aquellas zapatillas rojas del cuento de Andersen; vamos, que me siento con él sobre el folio doblado como niña con zapatos nuevos -y nunca mejor traída la frase hecha-. Qué placer escribir. Hace unas horas, para colmo, pergeñé con él y en 15 minutos la "maqueta" de un poemita cuyo tono y recurso inicial me llevaba persiguiendo unos dos meses; y además con él ahora, en contra de mi costumbre, trazo las palabras ligeras de esta entrada, aunque vosotros -qué pena- la estéis viendo en una preestablecida "courier" que estamparé a golpecitos seudoespasmódicos contra el teclado dentro de un momento. Ahora.

 Apunte de Degas 


martes, 22 de enero de 2013

"Así tomados, de uno en uno"

   Ayer les puse a un grupo de alumnos "Palabras para Julia", de José Agustín Goytisolo, cantado por Paco Ibáñez. El libro de texto lo proponía y yo ya lo tenía colgado en mi web de materiales didácticos desde hace dos o tres años... Siempre me había conmovido ese emblema del amor paterno, ese canto de voluntad iniciática por aquél que quiere proteger a su hija más allá de su propia vida y se adelanta a las dificultades que podrán sobrevenirle, enseñándole a salvarlas precisamente por el amor que le tiene:


 "Entonces siempre acuérdate 
  de lo que un día yo escribí
 pensando en ti..."


Bello, magnífico, emocionante. Y la voz grave de Paco Ibáñez, con esa buscada falta de énfasis... Ah, conmovedora. Pero, de pronto, me di cuenta: ¿cómo dice, amigo José Agustín? 



"Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno,
son como polvo, no son nada"


    ¿De uno en uno no somos nada? ¡Un hombre, solo o acompañado, lo es todo! ¡Una única mujer es, en sí misma, más valiosa que cualquier ente abstracto, que cualquier síntesis de masas, que cualquier idea, que cualquier cosa! Un hombre, una mujer, no deben nunca ni estar, ni sentirse solos; pero cada uno de ellos, tomados de uno en uno, son de un valor incalculable.  Y, si no somos capaces de tener esto claro, entonces se podría justificar cualquier cosa.


Detalle del "Guernica" de Picasso
   


domingo, 20 de enero de 2013

Dos años


Se cumplen ya dos años desde que no vemos a Cristina. Me limitaré a enlazar con la entrada del año pasado.



Gracias a todos.

miércoles, 16 de enero de 2013

Nunca es tarde si la musa es buena

   A sus 77 años, a Eugenio Martínez le han publicado su primer libro de poemas -nunca es tarde si la musa es buena-. Extraigo de él (como muestra, tres botones)algunos haikus excelentes y curiosamente asonantados, con cierto regusto a soleá.


La luz remienda,
con seda azul, la sombra
de la azucena.

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La rosa deja
su fragancia en las manos
de quien la ofrenda.

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Es la esperanza:
Abierta la besana,
el sol orea.



Klimt


viernes, 11 de enero de 2013

Motivo de alegría

      Me escribe Pedro Gozalbes, de Renacimiento, y me envía un enlace a una nueva reseña publicada sobre Tres Maneras de estar sola. La firma Juan Bonilla en elmundo.es y es tan positiva, tan entusiasta, que me he puesto contentísima y quiero compartirla aquí con vosotros. 


miércoles, 9 de enero de 2013

Manos

 Visité hace ya algunos días la excelente exposición temporal de Murillo en "Los Venerables" y, naturalmente, disfruté enormemente de ella. Pero, para no variar, de esas horas, me quedé sobre todo con un par de impresiones bastante marginales. No sé si a muchos nos ocurre lo mismo, o si esto es una rareza más de mi más que mediana cosecha de ellas, pero, ante la enormidad de algo, casi siempre me acabo quedando para mí con una parcela pequeña, con un detalle impresionante aunque nimio y entonces lo anoto para no sentir de manera caótica, para pensar el sentimiento, vamos. Es prácticamente una necesidad, como si mi inconsciente se rindiera a poder percibir todo lo admirable de una vez porque sabe que no puede, que no es capaz de asimilarlo.
  En este caso se trataba de la mano de la "Santa Rufina" de Velázquez. Esta "Santa Rufina está en el mismo edificio que acoge la temporal de Murillo, en una sala pequeña, justo en la diagonal, cruzando el patio, de la capilla donde por unas semanas se ha vuelto a alojar la Inmaculada que de allí se llevaron hace como un par de siglos. El cuadro -el "Santa Rufina" digo- es en sí mismo una maravilla, con esa sobriedad tan del gusto de hoy mismo.
  No voy a comentar nada, sólo quiero publicar aquí la mano de esa imagen en el centro y, abajo, las manos de las Santas Rufinas de Murillo (dos) y de Zurbarán (y recuerden que Velázquez es un pintor anterior a los otros). Podría añadir muchas más manos, pero creo que con eso basta. Las imágenes hablan por sí solas de la falta de impostura, la naturalidad, el instinto de verdad.

Valázquez
                 

             Zurbarán                     Murillo                        Murillo               

sábado, 5 de enero de 2013

Mañana de Reyes (inédito)

 
      Y, de nuevo, los Reyes
     vienen con su cortejo
     de expectación nerviosa,
     sus fastos y sus oros
     -los deseos, las ansias y la espera-.
     De pequeña sentía
     un perfume de Magos por la casa:
     plástico nuevo y chocolate.
     No percibía en esos tiempos
     cierto matiz amargo 
     impregnando las cintas de colores, 
     ni, entre tanto papel
     rasgado como vendas,
     este rastro sutil de purpurina.


Carl Larson

miércoles, 2 de enero de 2013

La mula, el buey y el Rey Mago andaluz

   Yo creía que lo que decía en el artículo que ha publicado hoy el Diario de Cádiz en "Encuentros en la Academia", era muy obvio, pero hasta me han llamado de Radio Puerto para que comentara las afirmaciones en él vertidas y difundirlas más. No salgo de mi asombro.

Dello Delli, hacia 1440