sábado, 31 de diciembre de 2011

Las palabras

Antes de entrar en el vórtice predecible de un 31 de diciembre, busco el consuelo pacífico de un poco de lectura. He elegido instintivamente un librito excepcional que compré hace años en Oporto, adonde fui a pasar tal día como hoy. Recuerdo cómo entonces disfruté ilusionada del descubrimiento de un raro en una librería maravillosa, la famosa Lello, ésa cuyo coqueto edificio modernista, de fachada exigua, parece construido sobre el eje de una escalera con pose de gato sinuoso que se estira y se curva... casi puede escucharse allí un ronroneo grave entre los anaqueles.
El libro es una edición muy especial de cinco poemas de Eugenio de Andrade traducidos a cinco idiomas (seis versiones de cada poema si contamos con el original en portugués), la cubierta es una blanquísima cartulina verjurada inscrita escuetamente en gris. El poema que quiero hoy ofreceros se llama "Las palabras" ("As palavras") y lo traigo aquí en la versión española del librito, traducido por José Luis Puerto.

                    Son igual que un cristal,
                    las palabras.
                    Algunas, un puñal,
                    un incendio.
                    Otras,
                    llovizna apenas.

                    Secretas vienen, llenas de memoria.
                    Inseguras navegan:
                    barcos o besos,
                    las aguas estremecen.

                    Desamparadas, inocentes,
                    leves.
                    Tejidas son de luz
                    y son la noche.

                    E incluso pálidas
                    aún recuerdan los verdes paraísos

                    ¿Quién las escucha?, ¿quién
                    las recoge, así,
                    crueles, deshechas
                    entre sus conchas puras?




viernes, 30 de diciembre de 2011

De bien nacidos es...

Mi agradecimiento, grande, a Carlos Benjumeda por el generoso artículo publicado en la edición de El Puerto del Diario de Cádiz de ayer.
Leer aquí
Un abrazo, Carlos.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Lo bello y lo eterno (a partir del Rilke maduro)

    La belleza hiere y, si es honda, marca para siempre. El ángel de las Elegías de Duino es bello y es, sobre todo, terrible. Salpica e impregna el conjunto de las elegías de Rilke con una presencia que no hace más que recordarle al ser humano su carácter eterno y sobrenatural: es el vehículo que transita de la historia a lo eterno -de la vida a la muerte-. Rilke nos recuerda que sólo las cosas SON, nosotros no somos, porque nosotros TRANSCURRIMOS. Según Rilke, además, las cosas que SON las percibimos ya "interpretadas" por nuestros sentidos. Lo eterno no lo abarcamos, no forma parte del mundo interpretado y eso provoca frustración y miedo. Ése es el terror del que es símbolo el ángel. "La noche es terrible para mí ¿es mejor para los amantes" leemos. Los amantes -así, en participio de presente, mientras aman-  y los niños, son capaces de eludir el mundo interpretado y vivir en la parcela de lo eterno. Los adultos, mientras estamos en la historia, somos como saltimbanquis. El héroe y el que muere joven sí parecen escapar a la inercia del transcurrir y se sitúan en lo eterno. Todo ángel es terrible; todo ángel, en su belleza, nos descoloca y nos hace vislumbrar lo que está fuera del transcurrir. El arte, aunque Rilke no lo mencione en sus elegías, es una de las formas de ese ángel panhistórico y terrible.



lunes, 26 de diciembre de 2011

Recuerde el alma dormida

Había pensado excluir lo que yo escribo... ¡qué tontería! Hoy incluyo el poemita con el que desde hace unos días he estado felicitando a todo el mundo.


      (PARAFRASEANDO A JORGE MANRIQUE)

               Recuerde el alma dormida
               cierto poeta nos dijo.
               Y tú piensa que estos días 
               de paz y nieve fingidos,
               paramentos, bordaduras,
               papanoeles y ruido
               no deben dormirte el alma,
               que Dios es pobre y es niño.





domingo, 25 de diciembre de 2011

Poemitas para la Navidad

Hoy es Nochebuena. Mi lectura para hoy es breve (es día de mucha actividad familiar): tres poemitas de tema navideño escritos por tres buenos amigos. Desde hace años algunos poetas intercambiamos unos textos creados ex profeso  en estos días para felicitarnos. Si  Enrique García-Máiquez ha hecho público el suyo en su blog aquí, José Manuel Benítez Ariza, ha hecho lo propio en el suyo: aquí (ambos cargados de evocaciones y abiertos al misterio); el de José Mateos lo copio yo bajo estas líneas, ya que éste es de los raros que no escriben blog alguno y me lo ha hecho llegar en una bella tarjeta que incluye la reproducción de una acuarela suya. La belleza de su texto es incontestable. Me encanta que celebre que por un día el más allá se funda con la tierra que habitamos y así hoy  "la tierra/ es el más acá del cielo"


Un año más me despierta
este alegre tintineo,
corazón.


Las campanas de mi infancia
no sé si oigo o recuerdo
corazón.


Vuelan hojas y la tierra
es el más aquí del cielo,
corazón.


No te pierdas, no te encierres.
Fuera de ti está tu centro,
corazón.


Alégrate, corazón.

(José Mateos)




viernes, 23 de diciembre de 2011

Una prosa con alejandrinos

    Entre el montoncito de libros y cuadernos de mi mesilla de noche, hay dos presencias constantes y una de de éstas es alguno de los volúmenes de En busca del tiempo perdido. Proust me da paz. Proust me demuestra que lo importante no son las cosas que ocurren, sino cómo se viven las cosas que ocurren. Proust está cargado de inteligencia emotiva y sus largos periodos sintácticos se dilatan como el tiempo, que se recupera y se recrea. No he comparado traducciones; por placer releo en la edición que, en vida, he heredado de mi padre: la de Alianza Editorial. En ella el tomo cuarto está traducido por Consuelo Bergés y es conocido que ésta a veces recolocaba la sintaxis del francés. Yo se lo agradezco, ¿cómo si no  hubiera leído esta noche un maravilloso alejandrino?: "tan contagioso es a veces el deseo". Ahí queda eso.

martes, 20 de diciembre de 2011

Declaración de principios

Como primera entrada de este blog, una declaración de principios: hacer más vivo y más ágil eso que, al fin y al cabo, es la literatura: un diálogo sin tiempo sobre los asuntos más universales, que son los más personales (paradoja en la que creo firmemente). Diálogo, sí, en dos direcciones; porque la literatura se hace también cuando se lee.