lunes, 24 de febrero de 2014

Este aliento pasajero

ZÄHL NICHT II

Zähl nicht

die Stunden

Sie zählen sich selber

zum Jahr
zur winzigen Ewigkeit
deines Aufenthalts hier

Dieser rollende

Hauch

   (Rose Ausländer)




NO CONTABILICES II

No cuentes 
las horas

Se cuentan ellas mismas
en el año
en la minúscula eternidad
de tu estancia aquí

Este aliento
pasajero

   Traduzco y, mientras, oigo llover sonora y repentinamente con un raro clamor de primavera.


A. Lorenzetti





jueves, 20 de febrero de 2014

No todo está perdido

    Hacían un examen. Daba gusto ese silencio laborioso que casi permitía oír el roce de los folios: L, con la cabeza metida enérgicamente entre los hombros, no parecía respirar; S. hacía temblar, sin saberlo, la pierna derecha como poseído por una convulsión en la rodilla; P., pertrechada de cinco o seis bolígrafos y el tipex, los manipulaba -malabarista de superficie- con laboriosidad encomiable; y J., bueno, J. miraba al techo ensimismado, no sé si buscando en las alturas el concepto gramatical olvidado o tratando de entretener con las musarañas los minutos que quedaban hasta el timbre.
   Me he sentido bien observando cómo ponían ellos lo mejor de su trabajo y se empeñaban en el esfuerzo. Sí, me he sentido muy bien después de tanta película nihilista vista recientemente en el cine. No todo está perdido, me he dicho.


Álvaro Peña
  

lunes, 17 de febrero de 2014

Infancia

   Jugábamos entonces a la vida y la muerte era en esos ritos un personaje intrascendente. Ha sido después, mucho más tarde, cuando hemos empezado a percibir la muerte ligada al tiempo. Durante la infancia, muerte y tiempo están disociados. En los días de la memoria virgen, el tiempo es algo pequeño y cotidiano: lo que tarda en sonar el timbre del colegio, lo que marca el aburrimiento en una sala de espera. La muerte, sin embargo, como el lobo feroz o el aceite de ricino, pertenecían por entonces al ámbito de lo legendario. Nada hacía pensar que se unirían para acabar pisándonos los talones.

Carl Larsson

miércoles, 12 de febrero de 2014

Miguel Florián y las palabras

   La tesis de Miguel Florián en la conferencia que dio ayer era que la emoción artística surge en aquello del presente que coincide con una imagen del pasado. Tiene toda la razón, no creo que pueda haber auténtica emoción sin un mínimo ingrediente de reconocimiento de una verdad personal previa.
   Su discurso, de bellísimo título -"La infancia de las palabras (poesía, memoria y olvido)"- estuvo salpicado de sentencias absolutamente memorables:
-"Hablamos para rellenar huecos, para retener el instante".
-"El cuerpo, cuando piensa, recuerda, y lo hace con palabras".
-"La palabra es tiempo cristalizado".
-"Para el poeta, la palabra está siemre en estado salvaje".
-"La metáfora es la metamorfosis de la palabra".
- Al mencionar al psicoanálisis apostilló: "ese saber para desconfiados".
Y una con la que me ganó definitivamente:
   "Mientras haya misterio habrá poesía. La poesía no disuelve el misterio, la poesía lo agranda".
   Pero yo creo que no es que lo agrande, el misterio siempre es grande porque es hondo, lo que pasa es que la poesía lo ensancha porque lo evidencia.

Godfried Schalken

sábado, 8 de febrero de 2014

Maneras de mirar (11): "A veces un cuerpo puede modificar un nombre"


A VECES UN CUERPO PUEDE MODIFICAR UN NOMBRE

  A veces, las palabras se posan sobre las cosas como una

mariposa sobre una flor, y las recubren de colores nuevos.

Sin embargo, cuando pienso tu nombre, eres tú quien le da

a la palabra color, aroma, vida.

¿Qué sería tu nombre sin ti?


Igual que la palabra rosa sin la rosa:

un ruido incomprensible, torpe, hueco.

                  (Ángel González)


  Cuando Ángel González publica este poema, tiene 76 años. Lo incluye en el libro Otoño y otras luces, entre los poemas de la segunda parte del volumen, la que lleva por título "La luz a ti debida". El lector, al ver este epígrafe, ya va sabiendo de antemano que se va a encontrar con poemas de amor a la manera de Pedro Salinas (La voz a ti debida es el volumen más popularizado del poeta del 27). Y acierta, claro; este poema es muy Salinas porque trata el amor abordando la emoción conceptualmente, quiero decir que en Salinas -y ahora también en Ángel González- el poema es el asombro de la emoción amorosa desde las palabras: amor y metalenguaje se aúnan y el resultado es el poema. De esa predisposición parte quien está leyendo estos versos. 


  González defiende la entidad poética de la persona amada por encima de la de la palabra. En la Filosofía del Lenguaje aprendimos que a veces la realidad surge cuando se nombra, que son las palabras las que consiguen que delimitemos los conceptos de una realidad informe anterior a la palabra; que es, por ejemplo, la palabra "madrugada" la que hace que distingamos perfectamente ese periodo de horas o, como dice el poema, que la palabra oportuna señale en la cosa nombrada un brillo, un color oculto:
 A veces, las palabras se posan sobre las cosas como unamariposa sobre una flor, y las recubren de colores nuevos
 Y eso es verdad, pero la poesía más auténtica opera de una manera diferente, surge un momento después, cuando ya conocemos la realidad genérica (tal vez por las palabras) y la queremos individualizar, cuando queremos decir los matices concretos, los matices únicos de las cosas, los matices únicos de la persona amada, la emoción especialísima que esa persona comunica. Ese problema genera la experiencia del amor, y así aparece la poesía. ¿Es que acaso no es la poesía la reacción a un problema de metalenguaje? Quiero decir, ¿no surge el poema de una realidad que supera a la palabra?, ¿no es la buena poesía la que sabe poner en evidencia la anchura auténtica -aquella a la que las palabras no pueden llegar- de las cosas?

   A mis alumnos les digo que muchas personas se ven impelidas a escribir poesía cuando se enamoran, porque esa es la experiencia más común de la necesidad poética: cuando la realidad desde dentro es tal que sabes que el discurso habitual ya no sirve, que las palabras son demasiado pobrecitas, demasiado planas, demasiado gastadas por la generalización. Les digo que cuando uno se enamora sabe que decir "te quiero" no basta, porque lo que tú sientes no cabe en eso. En ese momento nace el instinto de la poesía. Y esto es aplicable a toda clase de emociones, de percepciones...  Les digo que es pueril y equivocado darle carácter "poético" a la realidad a fuerza de prestarle cierta pátina a base de palabras "prestigiosas", que la poesía no es eso, aunque a veces parezca suplantarla. 

  De todo esto habla el poema de Ángel González cuyos versos son en realidad versículos -y es la primera vez que traigo versículos a esta ventana-. Las pausas versales aquí subrayan el final de las premisas, las partes de un razonamiento, porque el poema es una emoción pensada, estos versos son una defensa de la preeminencia del referente (la persona amada) y de su concepto sobre el sonido de las palabras. Las sensaciones sonoras han de quedar en un segundo plano, que no quede el menor resquicio para que en ningún lector se conviertan en un "ruido incomprensible, torpe, hueco".  

Apollinaire



 

jueves, 6 de febrero de 2014

Lluvia nocturna

   Oída desde un interior confortable, la lluvia suena a chisporroteo de leña ardiendo; su tableteo sordo, amortiguado por las paredes de la habitación templada, se parece al crujido de la madera, pero un crujido larguísimo y tenue que pertenece al "siempre",  al "novaapasarnada", a la paletada de rescoldo de la chimenea oliente a alhucema. Es fácil templar los nervios y dormirse así, escuchando cómo se regenera la tierra, cómo se limpian a la vez las calles y todas las horas que se malquistaron contigo.

Adriaen van Ostade

martes, 4 de febrero de 2014

¿Cuál fue el último...

   Hemos hecho un intercambio de libros. El suyo es una colección de microrrelatos en edición, preciosa, de Los papeles del sitio. Se llama Imaginarium. Ricardo Álamo es discreto y tiene una mirada tímida, clara y, sin embrago, un puntito socarrona. Su primera narración -espléndido, espléndido relato- se llama "Despedida", y está muy bien la paradoja: cuando algo acaba "para siempre", se abre, virgen, la vida. Pero no es eso lo que más me inquieta del relato, sino el hecho de que detrás de las acciones cotidianas, de las repeticiones de hábitos consabidos, se nos filtra sin darnos cuenta lo distinto. Y yo no sé cuál fue el último día de mi infancia, porque cada acto mío rutinario está gestando lo que desconozco.
   Ricardo Álamo lo dice mejor:
    DESPEDIDA
   Alguien besó suavemente mis mejillas, me dio las buenas noches en un susurro y, con mucho sigilo, apagó la luz de mi cuarto para siempre.
John Singer Sargent

domingo, 2 de febrero de 2014

Rilke, los libros y...

   Tras el deslumbramiento por Toledo, Rilke acaba huyendo de la ciudad, sobre todo a causa del terrible frío. A partir de ahí, España no acaba de hacérsele cómoda. El 19 de diciembre le escribe a  Lou (Lou Andreas-Salomé, claro):
   Otras veces pienso nuevamente en Suecia, por ejemplo, en casa de Ellen Key, o en su cercanía junto a un lago en medio de los bosques, o en la proximidad de una pequeña ciudad universitaria alemana, pues tener libros, o mejor todavía una persona con quien se pudiera aprender, eso sería, naturalmente, ideal.
   Yo también pasaría largas temporadas, sobre todo en verano, "junto a un lago en medio de los bosques" de Baviera, por ejemplo. Pero como eso hoy por hoy está fuera de mi alcance, opto por "tener libros" a mi alrededor y por acercarme a "personas con quienes se pueda aprender". La querencia por el objeto libro nos viene a muchos de ahí, del apetito por saciar cierta necesidad nutricia que no está en los huesos ni en la sangre, sino en algún ¿sitio? más totalizador, más invisible. Y cuando digo "objeto libro" no me refiero a este como edición rara o ennoblecida materialmente, aunque también esos me causen admiración, sino al objeto libro como soporte de palabras compañeras (acuñaré esto en mi memoria, porque acabo de descubrir la mejor definición de libro que se me ha ocurrido jamás: "soporte de palabras compañeras", eso es, eso es). Decía que tener al alcance buenos libros (no cualquier cosa impresa y encuadernada  ¿eh?) nos es a algunos tan necesario...
      Veo en internet esta imagen en la que la biblioteca es, a la vez, el comedor y el eje que divide la cocina del estar. Esto, un dormitorio amplio y luminoso para despertar con buen humor y un cuarto de baño sin azulejos, es cuanto ambiciono. Bueno, y ya sería genial poder pasear por los bosques cercanos a lagos de Baviera una vez al año. Pero no pido tanto, no pido tanto.


Foto tomada de la web remodelista.com