jueves, 31 de mayo de 2012

Una intuición, una sinestesia

     A veces pienso que nuestra razón -tan acostumbrada a hacer categorías- nos la juega. Por ejemplo -pensaba ahora- ponemos en un mismo saco mal y sufrimiento (el vocabulario, que es el hijo díscolo y chivato de la razón, ha colaborado a jugárnosla con expresiones como "estar malo" o "el mal de amores"), pero yo dudo mucho que el mal y el sufrimiento deban compartir categoría... es más, intuyo que están más alejados de lo que en una mirada pronta podría parecernos. Como lo que se percibe por vía intuitiva sólo se puede explicar bien por la misma vía, permítanme una  sinestesia: si fuese tangible, el mal sería blando y el sufrimiento pincharía; si tuviese forma, el mal se acoplaría a cualquier contorno, al sufrimiento lo vemos venir mejor, sus heridas no se ocultan. Y, sin embargo, hay territorios en los que se cruzan ambos: el mal siempre acaba produciendo sufrimiento; en cambio, sufrimientos los hay blancos, generosos, constructores.

Otto Dix: "La guerra"

lunes, 28 de mayo de 2012

Otra solitaria, y con razón

   Fueron los reclusos de una prisión, los de Puerto III, los que me hablaron por primera vez de la poesía de Marina Tsvetáieva. Ya ven, fue un primer contacto, cuanto menos, peculiar. Hoy traigo aquí unos versos porque me parecen hermanos de los de Mascha Kaléko. Su durísima biografía (más dura aún que la de la alemana, sin duda alguna) y, sobre todo, La recurrencia al tema de la soledad las convierten en hermanas. Traigo hoy este fragmento traducido por Severo Sarduy; si su final es desesperado es porque la vida la puso en una situación extrema.


Nostalgia de la patria: ¡qué fastidio!
Después de largo tiempo delatado.
Ya me es indiferente
dónde sentirme sola.

Caminar sobre piedras,
a casa con la cesta.
La casa que no es mía:
hospital o caserna.

Me da igual quién me mire
como a un león cautivo.
Cuál es el clan humano
que me ha expulsado -siempre-.

Muy dentro de mí misma,
oso polar si hielo.
Dónde no poder convivir (¡ni lo intento).
Dónde me humillarán -da lo mismo-.

No, mi lengua natal ya no me engaña,
ni materna, me engaña su llamada.
Ya me es indiferente en qué lenguaje
no seré comprendida por el hombre.



(Lector, devorador de toneladas
de periódicos, adicto al cotilleo...)
El es del siglo veinte;
yo: ¡fuera de los siglos!

Enhiesta como un tronco,
resto de la alameda.
Todo y todos iguales;
igual indiferencia.

Lo natal, lo pasado,
rasgos todos y marcas:
toda fecha borrada-
donde ha nacido el alma.

Mi tierra me ha perdido,
y el que investigue, astuto,
el ámbito de mi alma -¡mi alma toda!
no encontrará la traza.

Las casas son ajenas y los templos vacíos.
Me da todo lo mismo.
Mas si aparece un árbol
en el camino, un serbal...




jueves, 24 de mayo de 2012

Huelga y democracias (I)

   Vuelven al trabajo hoy quienes hicieron huelga ayer (bastante menos de los que yo pensaba), casi todos personas que lo han entendido como un acto de bonhomía, pero resulta que no todos la han hecho por los mismos motivos exactamente: muchos no fueron ayer a trabajar como protesta por los recortes de Rajoy, otros (yo soy del sur) contra la bajada de salarios decretada recientemente por el PSOE andaluz, otros me dicen que contra un sistema que está pervertido... Lo cierto es que la sensación que me queda es la de que los ciudadanos (la ciudadanía que dicen ahora, y qué miedo me da esa obsesión por forzar palabras cada vez más deshumanizadas y deshumanizadoras) protestan por demasiadas cosas  y que todo empieza a parecerse a un caos, y yo me temo que esa es la sensación que algunos pretenden dar; como de que lo que hay no sirve, que este sistema hay que acabarlo porque, claro, no funciona... Lo malo es que no nos dicen qué es concretamente lo que debe sustituir a este sistema y lo peor es que -una de dos-: o no saben qué es lo que debe sustituir a este sistema, o (lo que es más peligroso) no se atreven a decirlo.
   "Esta democracia no sirve". Que me digan qué democracia proponen ¿la de la República Alemana de ese apelativo también llamada Alemania Oriental? ¿la llamada antaño Democracia Orgánica? ¿la cubana? No, no lo dicen. La mayoría sólo propone axiomas tan nihilistas como "todos los políticos son iguales" (de malísimos, quieren decir) para poco después caer en la paradoja de pedir la nacionalización de la banca y entregarle los bancos, ya del todo, a esos ineptos políticos de turno (¿o es que  cuentan con que en ese nuevo sistema los políticos ya no serán "de turno"?).
   No sé, no sé. Cuando los que protestan propongan algo concreto y factible (absténganse soñadores visionarios, por favor), que lo pongan por escrito y lo presenten a la opinión pública para que todos podamos sopesarlo y tal vez votar...¡Ay, calla, si eso es lo que se hace en esta denostadísima democracia!

Sin título (1920), Grosz

domingo, 20 de mayo de 2012

Continuar

    Dios nos ve con ojos de eternidad. Desde su pulcra mirada panhistórica, Cristina y yo estamos juntas.

"Niñas en el pilón de agua" de Berta Morisot

martes, 15 de mayo de 2012

Ser un escritor contemporáneo o cómo sublimar la humillación


Lo bueno que tiene ser un escritor contemporáneo reconocido, es que, cada vez que se sienten ridículos, cada vez que meten la pata, cada vez que pasan por tontos… pues lo cuentan y punto.Ya no tienen que ser estupendos y graves como los autores decimonónicos, ni genios como en el siglo pasado; saben que un lector lo verá como un personaje simpático: un antihéroe de hoy día; y así queda sublimada la humillación. Eso debe ser maravilloso, absolutamente catártico: no sólo se objetiviza de este modo la angustia y el sentimiento de ridículo, sino que incluso se trasciende en literatura –voilá-.
Pues sí, qué estupendo. A mí me parece reconfortante. Sólo esta mañana: primero, se me han colado dos veces en el despacho del gerente del banco porque a una le da apuro estar pegada a la puerta (que estaba abierta) que parece que está dando prisa o escuchando las elucubraciones económicas de quien le precede; pues siempre hay alguien que se pone allí, como quien está en la cola de la caja y… pues entra antes de que acabe de salir el que estaba. Algo más tarde, le he escuchado una perorata personal a una señora porque yo creía que tanta confianza se debía a que, sin duda, yo tenía que conocerla mucho pero la había olvidado (debo aclarar que mi capacidad para recordar caras y sucesos se puntúa bajo cero); cuando, al final, la señora reconoce que me ha contado todo eso porque me vio cara de simpática (y yo, mordiéndome las uñas, que se me hacía tarde, sin atreverme a cortarle la odisea mientras intentaba recordar quién podía ser; y hace un momento, le he mantenido la puerta abierta a alguien que salía detrás de mí en el portal de casa y que ni me ha saludado ni me ha mirado a la cara (que una a veces piensa que si, en una de esas juntas a las que no asisto nunca, dan consignas para la mala educación, porque si no no me explico...).
 Lleva una unos días de tomaduras de pelo, tales, que le gustaría ser una escritora contemporánea, de esas de las de ahora.  

Arnie Levin para el Newyorker

sábado, 12 de mayo de 2012

La lluvia como emoción


           La semana pasada llovió copiosamente y llevamos ya unos días terribles con este viento seco de levante. Mirándolo desde dentro de mí misma  -que, dicho sea de paso, es el único mirador desde el que puedo acercarme a las cosas-  la lluvia debería pertenecer a la categoría de las emociones.  Me refiero a que, para una persona urbana y sedentaria como yo, lo esencial de la lluvia no es tanto su naturaleza física, ni sus contingencias peculiares  -como los pequeños cambios domésticos a los que ésta obliga: el método para secar la ropa, pongo por caso, o la evitación de un paseo-  sino el clima anímico concreto que provoca y del que se resiente ya cualquier actividad o pensamiento de ese día. Al fin y al cabo, la lluvia impone un color y una melodía de fondo a las imágenes, una película de corte intimista a la que también le corresponden unos olores determinados.

     Si me paro a intentar definir la emoción de la lluvia, desde luego tengo que admitir que se me hace difícil porque la lluvia es una emoción compleja, bastante más compleja que la mayoría de las que conocemos: la lluvia se compone de muchas percepciones y es, a la vez, de una peculiaridad única; y si la inclusión de la lluvia en la categoría de las emociones no ha sido nunca tenida en cuenta ha sido probablemente porque, de todas las categorías semánticas, la de las emociones es la que más sufre de los estereotipos y las simplificaciones. No hay más que ver la simplificación tan aberrante que suele hacerse de otra emoción  igualmente compleja: la emoción del amor. 

¿No me creen? Veamos: Contra lo que está comúnmente aceptado, el clima anímico de la lluvia no es exactamente el de la melancolía, aunque la contiene; tampoco se puede identificar la lluvia simplemente con la tranquilidad, aunque templa los nervios, ni tampoco con algo más complejo como la fertilidad fresca; pero hay, además, en la lluvia otro matiz importante como conmoción somática y éste es  la agudización de los sentidos –el oído y el olfato se vuelven especialmente relevantes-; la emoción de la lluvia comprende algo así como un estado de  sensibilización consciente, una lucidez de las sensaciones -no sé si me explico- que vienen acompañados de tranquilidad y de melancolía y de esperanza fértil.

Ya estoy viendo venir que algunos me dirán: la lluvia provoca la emoción, pero no lo es. Pues sí, pero ¿cómo podemos llamar a ese cúmulo de matices emocionales tan amplio y constante que provoca la lluvia?, creo que ese cúmulo de matices tiene ya entidad de emoción compleja y ¿qué nombre debemos darle? ¿“melancolía-tranquilidad-fertilidad-frescura-lucidezolfativa-lucidezauditiva”? Yo propongo llamarle “lluvia”  y así abreviamos.

   Creo que ahora estarán de acuerdo conmigo en que en un diccionario ideológico o en una enciclopedia temática, la lluvia tiene más motivos para aparecer en el campo de las emociones que en el de los fenómenos meteorológicos. Razones no faltan.


Óleo de Terry Miura




miércoles, 9 de mayo de 2012

martes, 8 de mayo de 2012

Persona

    Otras culturas pueden resultarme extrañas (nací donde nací); el otro, no (nací lo que nací).

"Persona" de Pau Pellín

sábado, 5 de mayo de 2012

¿Se les olvidó la coma en un B.O.E.?

   Que quieran echar a una maestra de primaria por enseñar demasiado (y me refiero a las cuatro reglas, no a su anatomía), no debería causarme ninguna sorpresa.  En realidad, nuestro sistema educativo parece no sólo empeñado en conseguir una educación "mínima, para todos" (lo cual es muy deseable, imprescindible incluso) sino también una educación "mínima para todos" (así, sin coma). Lean Aquí la noticia.