sábado, 12 de abril de 2014

Voces

  Entran voces por la ventana. Son dos desconocidos que se muestran felices y despreocupados en otro piso,  ignorantes de que su alegría privada se les ha vuelto azarosamente pública. A mí esta pequeña molestia para mi silencio me ha dado una alegría imprevista: la que sentía de niña cuando me despertaba la voz jovial de mi madre joven, un día sin colegio, hablando en la cocina con la muchacha que le ayudaba en la casa. Ese sonido de la felicidad viene acompañado del olor a bizcocho horneándose y también de la temperatura templada de abril. Ha sido como volver, tras el sueño de la noche, a un mundo en el que todo estaba en orden. Como el aviso de la llegada de una nueva armonía.

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