jueves, 16 de abril de 2015

Maneras de mirar (20): Antonio Moreno, unamuniano

 LA RAÍZ

Ahonda la raíz
su curso por la tierra;
avanza abajo
y en realidad
se eleva al sol y al cielo.

Alza un hombre sus ojos
adonde van las nubes y unos pájaros;
mira a la altura,
y en realidad se siente más reunido,
llevado adentro.

                (Antono Moreno, Cuaderno de Kurtná Hora, 2015)

  Lo que entendemos por elevación y por profundización no son una misma cosa, pero se dan la mano y caminan juntas  -"!Adentro!", nos gritaba Unamuno cuando quería hablar de crecer- .  Para decir esto ha encontrado Antonio Moreno la mejor imagen: el árbol (su copa y sus raíces); y ha encontrado también la mejor forma de indicarlo: el paralelismo y la antítesis.

  Dos estrofas de cinco versos. Ambas exponen la relación que existe entre la elevación y la profundización. 
  Cada una de las estrofas, a su vez, empieza igual (paralelismo): un verbo en tercera persona del singular seguido por su sujeto, constituido por artículo más sustantivo, y seguido inmediatamente por un complemento directo de idéntica estructura en cada estrofa: (posesivo más sustantivo) que subraya el contraste dentro-arriba. 
Ahonda la raíz
su curso 
y

Alza un hombre sus ojos

También el cuarto verso de ambas, constituye otra repetición, esta vez literal:
y en realidad
 Y esta frase se convierte en abracadabra, bisagra, pasadizo y espejo entre el arriba y el abajo. 

 La primera estrofa es la que describe un árbol y dedica los primeros tres versos a dibujar concisamente el curso de sus raíces bajo la tierra, tras  la frase-pasadizo "y en realidad" nos deja ver estirarse las ramas al otro extremo hacia el sol y hacia el cielo  La segunda estrofa describe al hombre del que es metáfora el árbol y emplea los tres versos primeros a señalar la elevación de su mirada y, tras el ya sabido abracadabra, nos lleva a su "adentro".

  Las dos estrofas son, a la vez, reflejas: observar el árbol lleva a pensar en el hombre; describir al hombre lleva a usar el símbolo del árbol. Las dos dicen a la vez que la hondura es el reflejo de la elevación, que la elevación es el reflejo de la hondura. Y es en esta en la que insiste el poema: primera palabra del poema, "ahonda", última palabra, "adentro". También en el principio y el final de cada estrofa se insiste en la antítesis: "Ahonda" / "cielo", en la primera; "Alza" / "adentro" en la segunda.

 Las dos estrofas, pese a tener ambas el mismo número de versos (cinco), parecen construidas con versos de un número de sílabas dispar (anisosilabismo), pero no nos engañemos: una vez más la diferencia es sólo aparente en la primera estrofa: de la misma manera que el adentro y el arriba se corresponden, estos versos de 7, 5 y 11 sílabas son en realidad endecasílabos y heptasílabos (en la mejor tradición de la silva, estrofa cuyo nombre, encima, significa "selva" en Italia, de donde procede la estrofa); porque hay endecasílabos que han sido separados artificialmente a nuestros ojos engañadizos:

su curso por la tierra; / avanza abajo

y en realidad / se eleva al sol y al cielo.

Y en el buen poema, como en la vida, el caos, en realidad, no existe. Todo cuadra. 


Gon Alonso
                          


1 comentario:

alberto boutellier dijo...

Inmaculada, muchas gracias por esta nueva lección. Un abrazo.