martes, 19 de marzo de 2013

Omnisciencias personales y pequeñitas

   Hay épocas en las que los días se presentan arracimados y fundamentales; así la última semana, en la que apenas he tenido tiempo para asomarme a esta ventana de libros y gentes. A la vorágine de cierre de trimestre con su sprint final de exámenes por corregir, trabajos entregados a última hora, notas media, evaluaciones... hay que añadir una excelente noticia, muy esperada, en lo personal y la preocupación por la salud de una sobrina que ya se va encontrando mejor. Pero no sólo eso: ha coincidido también en estos pocos días el estallido de Gracia que ha supuesto la elección del Papa Francisco, llegado tras la bendición que ya trajo Benedicto XVI con su carisma integrador de ciencia y fe  -tan necesario, tan imprescindible en el momento que vivimos-  y todo esto me ha hecho sentir qué particular Sabiduría nos provee, pese a los sufrimientos inevitables, pese a nuestras dolorosas limitaciones.
   En los días previos al Cónclave, todo el mundo estaba convencido de saber qué Papa era el que nos convenía, qué Papa es el que quería cada cual en función de no se sabe qué autoridad "omnisciente" personal y pequeñita; y eso incluso entre los creyentes, que es lo que me resultaba más llamativo. A lo largo de la historia, la Iglesia ha tenido Papas que dejaban mucho que desear, eso es cierto, pero sólo la oración con la confianza puesta en la capacidad generadora de bien que tiene la Comunión de los Santos es una apuesta válida en estos casos... y dejar que quien de verdad es Omnisciente provea el Papa que hace falta.

Marta Bass

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