viernes, 4 de abril de 2014

Las manías

  No soy animal de costumbres. Rara vez sé qué voy a desayunar al día siguiente, ni si desayunaré primero y después iré a la ducha o lo haré al revés; ni siquiera sé normalmente cuándo voy a cenar. No tengo hora fja para levantarme -aunque tenga que ser tempranera por razones de trabajo, todas las noche cambio la alarma del despertador y es posible que la varíe sólo10 minutos-; aún menos tengo hora para acostarme. No tengo un día para la colada, ni uno para ir a la peluquería; de hecho, me da cierta opresión tener fijadas esas fechas de antemano. Yo necesito cierto grado de improvisación, cierta libertad de maniobra, y asumo el estrés que ello pueda provocarme; peor sería la angustia de tener fijados mis movimientos.  No, no soy animal de costumbres y, sin embargo, hay ratos en los que me siento muy perdida y ciertas manías, determinados ritos, me devuelven a ese hogar sin sitio que tenemos todos dentro: dos bombones, tres o cuatro páginas de Proust, lavarme la cara con agua y jabón (nada de leche limpiadora, por favor), oler un earl grey recién hecho... un par de gestos, elegidos al azar de entre una cortísima lista de manías personales, me resguardan de ese miedo vago que me visita a veces.
Pierre Menard:

3 comentarios:

alberto boutellier dijo...

Las rutinas nos convierten en animales de costumbres. No son aconsejables, si bien, no debe ser obstáculo para que mantengamos algunas, por aquello de que morirse, es perder la costumbre de vivir… jejeje. Aun así, te felicito por la rebeldía.

A. Javier dijo...

Yo sí soy muy maniático, debo tener todo controlado, al menos lo más cercano que hay dentro de ese pequeño círculo que me rodea.

Sin embargo, cuando me siento a escribir, toda ese arquetipo desaparece, para dar paso a una libertad dónde no hay normas que valgan.

Un placer pasar por su blog
y enhorabuena por sus libros
estaba buscando leer un poema suyo
pero no encontré ninguno.

Un saludo.

InmaculadaMorenoH dijo...

Estimado Cielo. Es muy amable. En Google-books puede leer una parte de mi primer libro: Son los ríos.