miércoles, 16 de julio de 2014

Keats y lo que ahora queda

   De mi año inglés me traje un montón de experiencias, la mayoría de los poemas que poco después constituyeron Donde la hoguera verde, una buena parte de las traducciones para el libro de Mascha Kaléko, el artículo sobre la verdad de la poesía que publicó Campo de Agramante, un par de buenas amistades, un montón de lecturas de la mejor literatura británica y, además, un puñado de libros. Entre esos libros se encontraba el ejemplar de los Selected Letters and Poems de Keats que he re-subrayado estos días.  Cundieron esos meses como cunde el trabajo duro de arado, y, anoche, mientras hablaba de Keats en Cádiz, los agradecí como un don inmerecido. A Fanny Brawne la conocí bien por entonces a través de algunas cartas y también supe en ellas de las exageradas vicisitudes de aquellos amores que he revisitado estos días. He vuelto así, después de tanto, a la música verbal de las odas del joven y desafortunado poeta, a sus lapidarios finales, a la desesperada búsqueda de belleza y de pervivencia que encierran esos versos...  Retomar todo esto me ha dejado el regusto de una añoranza que no sé si es justa con la experiencia real de aquellos días, o si más bien se sostiene en una paz idílica y fértil que ha inventado el tiempo. Probablemente es lo segundo, pero no importa: lo que ahora cuenta es lo que ahora queda.

Keats retratado por Severn

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