martes, 10 de julio de 2012

Los jardines de hielo

 Días de mucha ocupación estos. Sin embargo, siempre hay tiempo para recomendar lo bueno de los amigos. Este es el caso del trabajo de José María Moreno Carrascal (no, no tiene ningún parentesco conmigo).  De José María conocíamos su labor como traductor de poesía; suyas son las estupendas versiones de Bukowski, Updike, Wallace Stevens, Nabokov o D.H. Lawrence, entre otros. Los jardines de  hielo está cargado de personajes solitarios y de paisajes que los corroboran con impresionismo perfecto. Libro de atardeceres y de orillas -la presencia casi constante del mar como fondo, el mar como eterno presente-, de viajeros que hacen un alto para observarse. Con esta primera publicación de su poesía propia, José María Moreno confirma que las traducciones de poesía no pueden ser sino obra de un poeta.


    JUNTO AL EMBARCADERO
      (Exilio en Gades)


   La brisa, sin más,
   y esta mañana limpia.


   No fíes tu ilusión en lo que pasa.
   Sólo en vivir empeña tu energía
   -la que a estas alturas aún te reste-,
   tras haber dudado ya de casi todo.


   Piensa que, al fin, la vida,
   como esta luz que ahora te envuelve,
   regala claridad, desbanca sombras.



5 comentarios:

Fernando dijo...

Pues esto es exacto: "al fin, la vida (...) regala claridad". No felicidad, no paz, pero sí claridad. Valdría, ello solo, como un haiku, si es que encajaran las sílabas, que yo no lo sé:

"Al fin
la vida
regala claridad"
.

Inmaculada Moreno dijo...

Pues me encanta tu casi-haiku. Las sílabas no encajan, ni falta que hace porque conmueve y "dice" ¿verdad? Pues me parece un poemita perfecto. A lo mejor los japoneses tienen un nombre para esta estrofa que te acabas de inventar ;-)

Fernando dijo...

¡Vaya, qué amable!

Anónimo dijo...

Encuentro en ese poema reminiscencias de Juan Ramón y Constantino Kavafis. Lucía. Profesora de Lengua y Literatura.

Inmaculada Moreno dijo...

Tienes razón, Lucía, el tono sentencioso que se dirige a un tú que fácilmente identifica el lector consigo es muy Kavafiano.
Y los dos versos iniciales los podría haber escrito Juan Ramón.
Gracias por hacérnoslo notar.