viernes, 31 de mayo de 2013

La cuchara y la lápida de HIlde Domin

     Hace no muchas semanas traje a esta ventana un poema ("El paisaje transportable") de Hilde Domin que tenía un curioso final, pues se cerraba relacionando el hogar con la tumba de la madre. ¡Qué imagen más fuerte! qué hebreo es el imaginario que lo cobija; impensable en otras culturas. Me resultó interesante ese símil de la Domin, porque pocos pueblos tan errabundos como el judío y pocos tan apegados a su memoria. En el libro El segundo paraíso (Das zweite Paradies, 1966) escribe: "Si puedo apoyarme en una lápida, puedo quedarme. Si no es así, nunca me sentiré en mi propia tierra". Terrible leer eso de quien anduvo por el planeta de una casa en otra, de quien no pudo aistir ni a la muerte ni al entierro de su propia madre. A veces, muchas veces, son nuestras carencias las que nos definen mejor que nuestras propias costumbres.

    La cuchara es también una imagen curiosa y llena de simbolismo personal. Domin escribe: "La cuchara me ha parecido siempre la propiedad última del perseguido, y siempre la he visto como una metáfora de la angustia. Me di cuenta de pronto de que en una situación de extrema conmoción había rescatado y nombrado un accesorio de la más atroz realidad".

Éste es poema en el que descubre este símbolo personal:

     Comes el recuerdo
     con la cuchara del olvido.

     Es mala esa cuchara con la que comes,
     una cuchara que consume al alimento y al comensal,

     hasta ese cuenco de sombra
     que queda al final 
     en la mano sombría.

(las traducciones son de Antonio Pau)

   Cuchara y lápida, dos símbolos personales de H D tan a pie de tierra y, por eso mismo, tan femeninos...

Joseba Sánchez Zabaleta

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