lunes, 27 de enero de 2014

Literatura, ideas, 98 y Rilke

   Explico estos días la generación del 98 en 4º de ESO y coincide que estoy leyendo las cartas que Rilke enviara desde España de noviembre de 1912 hasta febrero de 1913.  La devoción que Rilke demuestra en 1912 por Toledo es de la misma clase de emociones de las que leemos en los autores del 98 (en 1912 publicaba Antonio Machado la primera edición de Campos de Castilla y Azorín su Castilla). Y como no parece que Rilke se viera imbuido ni por la Institución Libre de Enseñanza, ni por la pérdida de Cuba y Filipinas, ni por el Regeneracionismo de Costa, no se me ocurre de qué magma histórico procede esta coincidencia. 

  Rilke también busca a España en España y la encuentra llena de alma, de una alma fuerte y personalísima, en el paisaje castellano. A veces parece que las ideas sean entes que germinan en una dimensión desconocida, que van tomando cuerpo alimentadas por queseyoqué episodios incalculables (una novela que sólo leen treinta personas, un invento de apariencia aséptica ideológicamente hablando, un suceso social que crea un cierto clima emocional en una generación, el eco de un argumento, de una exposición, de una nueva enfermedad, de un descubrimiento, de una ocurrencia privada...). Estas pequeñas luces diferentes emergen en la historia dejando caer sus frutos en lugares distintos, a modo de rocío invisible o de rayos poderosos.

 El Greco (Toledo)

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