"Estoy convencido de que primero hay que sentir una sensación para poder reflexionar, acto seguido, de una forma más intelectual"; le dice Roger-Pol Droit a Antonio Fontana en una entrevista reciente. Droit llega a la misma conclusión que Unamuno cuando habla de "sentir el pensamiento".
Hay poesía -la que a mí me parece más interesante, quiero decir la que en mí suscita más interés o un interés más inmediato- que hace ese camino de la emoción a la reflexión y, además, después, el de vuelta. Esto es, de nuevo en la terminología de Unamuno: "pensar el sentimiento". Se cierra el círculo y... surge el poema.
Más adelante recoge Fontana las siguientes palabras de Droit: "No creo en las grandes posturas revolucionarias. Prefiero los innumerables rechazos de la servidumbre, las minúsculas revueltas cotidianas que pasan casi desapercibidas". y esto a mí me recuerda algo que realmente me preocupa: el estado de perpetua alerta sobre mi libertad interior, alerta contra todo adocenamiento de modas y consignas que pueden mover mis instintos más primarios, haciéndome parte actora inconsciente, al capricho del "estilismo intelectual" del momento.
No es que Droit diga a este respecto cosas nuevas, pero se alegra una de recordarlas.
Brian Despain
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