martes, 6 de agosto de 2013

Frutería y sintaxis

   Bajo este título de entrada tan, digamos, peculiar pretendo compartir una anécdota que me dejó boquiabierta. Resulta que ayer por la mañana, cuando me acerqué a la frutería a comprar unos tomates y unos pimientos para asar, escucho lo siguiente entre el dependiente, la cliente que me precedía y un niño de unos ocho años que la acompañaba:
  Cliente.- ¿A cuánto están las berenjenas?
  Tendero.- Dos treinta, dos kilos.
 Niño pequeño.- (A la señora) Será "dos kilos, dos    treinta".
   No me lo podía creer, ese niño tenía una intuición sintáctica impresionante. Ni la madre ni el tendero le prestaron la más mínima atención pensando, seguramente, que el niño era un impertinente y un estorbo. Naturalmente el chiquillo no habría oído hablar jamás de lo que era un sujeto (¿o sí? con estos planes de estudios demenciales, no sabe una nunca), pero lo reconocía mejor que algunos de mis alumnos de bachillerato. Había intuido de manera natural que las palabras que deben abrir la expresión (la oración, claro) en una estructura atributiva en español son las que señalan la sustancia, la cosa en cuestión, y que el precio no era más que una atribución y por eso en nuestra lengua le correspondía, a menos que el énfasis fuerce otra posición, ir detrás.
   Que sí, que sí, que no lo estoy inventando, que es verdad, que el niño existe. Estuve a puntito de pedirle nombre, edad y domicilio para hacerle un seguimiento, pero me contuve, no porque la familia pudiera desconfiar de tanto interés inaudito, sino por no corroborar la sospecha de que el don acabe malográndose en pocos años.

Murillo

5 comentarios:

Eugenio Martínez dijo...

Según tus temores, los niños de las uvas y el melón se me antojan, con susto, una alegoría.

Inmaculada Moreno dijo...

Vaya, no lo había pensado. Ya veo: ¿los niños se zampan la fruta como acabarán por zamparse y eliminar la buena gramática? Horror, no me había dafo cuenta ¡es verdad!

Anónimo dijo...

Desde el punto de vista sintáctico nada puedo aportar, pero me sugiere una interpretación que quizá no hayáis analizado.
Parece de una lógica aplastante la del frutero cuando dice:
Dos euros, dos kilos; prevalece su "instinto" material, comercial...
El del niño es natural, el pago es secundario y si me apuras, una consecuencia, pero vosotros diréis que lo "natural" es lo correcto en sintaxis.

albouca dijo...

Perdonad, he pinchado en anónimo, soy Alberto B.

Inmaculada Moreno dijo...

Es verdad, Alberto, para el frutero y para la compradora, lo sustancial es el precio. El niño piensa en las berenjenas como lo primordial de la frase. Está muy bien observado.